La mía no fue una infancia feliz porque no existía todavía
la vacuna Salk que protege ahora de la poliomielitis.
Las secuelas de esa terrrible enfermedad, que me afectó
a los tres años, no me permitían compartir la mayor
parte de los juegos con mis hermanos y compañeritos.
Aprendí a leer a los cuatro años en las historietas y los
títulos de los diarios y pronto empecé a disputar con mi
hermana, todos los lunes, el derecho a ser la primera
en leer la revista "Billiken",
. Mis primeros libros fueron los cuentos de Calleja que
se compraban por diez centavos. Las lecturas de mi
infanciaque mejor recuerdo son “Las Mil y Una Noches”,
“La Hormiguita Viajera” de Constancio Vigil, “El Tesoro
de
Lewis Carroll, que recibí como premio a la mejor
alumna de segundo grado.
Poco después empecé a trepar hasta los ultimos
estantes de la biblioteca de mis padres. donde me
apoderaba de libos que, como los de Emilio Zola
no se consideraban apropiados para niñas de mi edad.
Mientras estudiaba y en mi prolongada actividad
docente, tuve que leer mucho por obligacion,
aunque siempre con gusto. Mucho más leí y sigo
leyendo por amor a la poesía, al cuento, a la novela,
al teatro, al ensayo o a cualquier cosa que este escrita
en un papel o en el monitor de una computadora.
Una de las actividades que más placer me
proporciona es leer en voz alta ante alguien que me
escuche y comparta conmigo el gusto por la
buena literatura. Por eso ahora, ya jubilada y
bisabuela, lo seguí haciendo en mis talleres
literarios y en las horas dedicadas a leerles a
ciegos.
Mis hijas no olvidan que cuando niñas,
les leía o recitaba poemas de Raúl Gonzáles
Tuñón, Alfonsina Storni, Fernández Moreno,
Neruda y otrros de sus poetas favoritos.
Cada vez que en “A Margarita Debayle” de
Rubén Darío, el rey le ordenaba a la caprichosa
princesita devolver al cielo la estrella de su
prendedor, mis nenas lloraban a moco tendido.
“La carga de
“¡Forward the Light Brigade!
¿Is there a man dismayed?”
Y, “con aquel maldito índice enhiesto”, (como
ellas dicen ahora), concluia el belico recitado con el
nombre del autor:
"¡¡¡TENNYSON!!!"
Cuando debuté como abuela cuenta-cuentosen la
cuentos en la escuela primaria Dominguito, llegué
llegue algo inquieta. Iba a leerles un cuento a los
nenes de 1er.año poco despues de iniciadas las
clases. Pensaba que mi experiencia docente no me
iba a servir de mucho, puestoque toda ella se
había desarrollado en el nivel secundario.
La cordial presentación por parte de las maestras
y la bibliotecaria me devolvió el aplomo.
Comence a leer “
Granata, frente a la atencion y el interes con que
los niños me escuchaban. Fue fascinante y
y hasta pude introducir breves dialogos que me
revelaron que tenían conocimientos para mí
inesperados.
Estuvieron atentos a lo largo de media hora, y
luego me gratificaron con su aplauso.
Me emocionó que como conclusión, uno
de ellos, declarara enfáticamente que quería
tener alas. Eso me dio pie para decirles que
afortunadamente ya estaban aprendiendo a
leer y pronto los libros serían las alas que
les permitirían volar mediante la lectura hacia
mundos maravillosos.
Nunca dejé de ser una entusiasta lectora. Los libros de
escritores y poetas de todas las épocas y todos los países
me acompañan siempre y me brindan ideas,
sentimientos y experiencias que me
trasladan a interesantes visiones del mundo en los
momentos dedicados a la lectura, es decir, los mejores
de mi vida.
Al pensar, reír o llorar con ellos enriquecen mi vida interior
y me permiten superar dolores,angustias o depresiones.
Y como Borges,el más grande cuentista argentino del siglo
XX, confesó alguna vez, puedo decir que no me enorgullezco
de lo que mucho más modestamente he escrito, sino de lo
que he leído.
---oooOoo---
2 comentarios:
Felicitaciones, sencillita violeta.
La carrera con la literatura nunca se acaba. Besos.
Mi primer libro que leí con unción fue El Martín Fierro, tenía diez años y vivía en el campo. Mi padre me lo envió de regalo y hacía algunos años que no nos veíamos. Ese libro insgne (diría Borges) me marcó como el hierro a la hacienda, pero más, me permitió leer una historia social, que de algún modo me fijó, desde aquella lejana niñez, el lugar al que pertenecía y desde ahí en adelante, miré desde esa perspectiva preiodológica.
Luego vinieron otros, claro, pero entre ellos, el que más me impactó fue Don Segundo Sombra, y por último gracias a vos, sí gracias a vos, un autor al que siempre vuelvo como las golondrinas a sus nidos: Borges. Por todo eso, gracias, tres veces gracias.
Gabriel Fernando Sarobe
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