viernes, 15 de diciembre de 2006

HAZAÑAS DE ADOLESCENCIA

Cuando estaba a punto de culminar mi bachillerato, se me ocurrió pensar que no podía dejar el Liceo sin haberme hecho la rata y jamás haberme copiado en una prueba escrita. Por lo tanto, una mañana lluviosa me fui sola al Jardín Botánico con mi delantal y mis libros y me aburrí espantosamente. Poco después tuvimos que rendir un examen trimestral, el último del año, nada menos que de historia. Por ser una de mis materias favoritas la había cursado con altas calificaciones a lo largo de los cinco años y me sabía el programa de pe a pa. Pero tenía que copiarme ... Me dejé tentar por una compañera de otra división que en el recreo me ofreció sus machetes asegurándome que le había sido muy fácil usarlos sin ser descubierta. Al empezar la prueba puse los ilegibles papelitos debajo de la hoja y me dediqué afanosamente a desarrollar mi tema. Claro está que, como nunca me había copiado y me faltaba el correspondiente entrenamiento, cuando estuve cerca de los últimos renglones tuve miedo de tener que dar vuelta la hoja y empecé a escribir cada vez más lentamente y con letra más pequeña. Esto sin duda le llamó la atención a la profesora, quien se colocó a mi lado y esperó pacientemente hasta que no me quedó dónde poner una palabra más. Entonces levantó la hoja y revoleó triunfalmente los inútiles machetes. El resultado fue un soberbio cero en el boletín y tuve que rendir examen en diciembre. Por supuesto, aunque la nota fue sobresaliente, en justo castigo por mi estupidez, mis padres no me dejaron ir a la fiesta de egresadas.

--ooOoo--

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De LaRa:

jaja ensima que te copiaste te sale mal......jaja que enseñanza me deja a ver..mmmm..... que si me copio que lo haga tratando de que nadie se de cuanta.....mentiraa no hay que copiarse!!!

chauu

laraa

Anónimo dijo...

yo aprendí que hay que hacerse machetes (buenos resúmenes) y después no usarlos... en lo posible
beso
leda