viernes, 16 de febrero de 2007

RICARDO ROJAS

Tal vez ya no seamos muchos los que recordamos la figura de aquel gran escritor que fue Don Ricardo Rojas, que fue mi profesor de Literatura Argentina cuando yo era muy joven y él ya un anciano

Un Día del Maestro se realizaba un acto, frente al monumento a Sarmiento en el Parque Tres de Febrero. Participaba la Federación de Profesores Diplomados, ante la cual yo era delegada del Colegio del Graduados de Filosofía y Letras.

Dos compañeros y yo fuimos los encargados de llevar hasta el acto al Dr. Rojas en un automóvil destartalado que no sé quién había conseguido. Tuvimos que esperar largo rato en su casa (ahora museo) que se acicalara.

Finalmente partimos y mientras nos dirigíamos adonde iba a pronunciar su discurso y enterado el eminente político de mi modesta profesión, me increpó:

-Si es Ud. profesora de castellano, ¿por qué no se ocupa de que se deje de usar en las cartas oficiales o privadas la frase “Hago propicia esta oportunidad para...”? Las oportunidades no pueden hacerse propicias, lo son o no lo son.

Por supuesto me abstuve de aclararle que la frase de marras hacía mucho que era una antigüedad, y al llegar a destino nos encontramos frente a un espectáculo aterrador: a poco de comenzar, el acto había sido invadido por una patota de jovencitos rosistas y nazi-onalistas que agredían violentamente a la pacífica concurrencia con cadenas y palos. Muy pocos atinaban a defenderse, pues en su mayoría concurrían a estos homenajes maestras y escolares.

Nuestro coche se detuvo cerca del desorden y nos quedamos mirando azorados el espectáculo sin saber qué hacer, pero el Dr. Rojas nos asombró con su coraje. Bajó del auto y sin decir palabra se dirigió, apoyándose en su bastón, a lo más enrevesado de la pelea...

Fue tan impresionante su actitud y tanto sorprendió a los agresores que ninguno se atrevió a tocarlo mientras los zamarreaba y los instaba a abandonar la violencia. Inmediatamente bajaron sus armas y se marcharon con la cola entre las patas.

En contradicción con lo que antes había afirmado, él hizo propicia esa oportunidad para impartirnos su lección: no dejarnos dominar por el miedo y enfrentar a los violentos que nos atacan cobardemente.

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